LAS RESOLUCIONES SON UNA MIERDA
Por el editor colaborador Michael Leibowitz
Fumaba cigarrillos. Es difícil admitirlo en un blog de salud y bienestar. Era horrible. Tenía veintitantos años y todos los años, por esta época, inventaba una gran historia sobre cómo iba a dejar de fumar para Año Nuevo. Año nuevo, nueva yo (señal para los aplausos lentos). Pero afrontemos la incómoda y sibilante música aquí: los propósitos de Año Nuevo son tan efectivos como una puerta mosquitera en un submarino.
Los estudios, y afortunadamente mis pulmones, lo demuestran. Los propósitos de Año Nuevo están condenados al fracaso. Según un estudio de la Universidad de Scranton, el 8% de las personas cumplen sus propósitos de Año Nuevo. Eso no es solo un fracaso, es una epidemia de ilusiones.
Pero esto es lo que me funcionó: darme cuenta de que el 1 de enero no es una puerta mágica hacia una nueva yo. Es solo otra página en el calendario. Lo que realmente cuenta es despertar cada día y tratarlo como si fuera el día 1, y decidir no rendirme. Y si fumar era un mal hábito diario, necesitaba reemplazarlo con un buen hábito diario. Así surgió el yoga. No el tipo de yoga que se practica una vez al año hasta febrero, sino el tipo de yoga que te hace desenrollar la esterilla incluso cuando tu cama susurra palabras dulces de consuelo.
El viaje de un mal hábito a uno bueno no se trata de una transformación dramática de la noche a la mañana, sino que, para mí, se convirtió en una cuestión de resiliencia y determinación para tomar una mejor decisión cada día, cada hora y, finalmente, cada día. Se trata de tomar decisiones pequeñas y constantes que se acumulan en cambios de vida significativos. El verdadero estudio de la superación personal no se encuentra en un diario; está escrito en el sudor de tu esterilla de yoga y en los cigarrillos que no fumas. Lleva tiempo. Lleva consigo aceptar innumerables fracasos. Lleva consigo caer y levantarse una y otra vez hasta que cultivas la determinación de tratar cada día como si fuera el primero de enero.
Así que, mientras los fuegos artificiales iluminan el cielo y anuncian el nacimiento de 2024, graba esto en tu mente: los propósitos son fugaces, pero la determinación es eterna. Es la elección diaria de ser mejor, no por un coro fugaz de "me gusta" en las redes sociales, sino por el gesto silencioso y afirmativo del crítico más duro al que te enfrentarás jamás: tú mismo.
Olvídate de los propósitos. Acepta la determinación, la lucha tenaz, momento a momento, por la mejor versión de ti mismo. Eso es la vida real. Y eso, amigos míos, vale más que cualquier celebración de Año Nuevo.